Cuenta la leyenda, que tras la
Batalla de Maratón (490 A.C.), al soldado-correo Filípides le fue ordenado
recorrer la distancia hasta Atenas para comunicar la victoria. En recuerdo de este hecho nace la
moderna prueba atlética, con sus 42,195 kms.
Pues a realizar esta gesta
atlética donde las haya nos dispusimos tres miembros del Siempre Remontando. A
excepción de Diego, que completó el recorrido en la edición anterior, nunca nos
habíamos enfrentado a esta mítica distancia. Eso sí, sabíamos lo que era terminar
la carrera de montaña del Calamorro, y subir y bajar La Sagra desde La Puebla
de don Fadrique.
itinerario |
Según dicen, Filípides murió de
cansancio nada más dar la noticia a los atenienses, aunque probablemente no
fuera así. Parece más lógico pensar que, si en verdad murió, lo haría a causa
de las heridas, pues aunque era un correo, seguro que no estuvo “sentado” hasta
que terminara la batalla, esperando el desenlace para salir corriendo.
Estudiando el recorrido la tarde anterior |
Así pues, sabiendo que no nos iba la vida en ello, nos plantamos en la salida, unos más nerviosos que otros: la distancia y el desnivel imponían respeto.
¿Qué mejor manera de estrenarnos en la distancia que una maratón de montaña? digo más, en honor al origen de la prueba, no deberían existir maratones ni “llanas”, ni “asfálticas”… ¿Os imagináis a Filípides corriendo la Maratón de Córdoba? Seguro que acababa lesionado…
Todavía con cara de sueño |
Nuestro lema |
Con un día espléndido, unas 700
personas nos presentamos en Segorbe. Y como somos muy educados, respetuosamente
dejamos pasar a 697 y empezamos a callejear, admirando las murallas de la
ciudad sin retener a nadie…
Primeros pasos |
En breve dejamos atrás las
últimas casas, y nos adentramos en bonitos campos de almendros en una zona de
típica media montaña mediterránea.
Sin prisas, que quedaba mucho día
por delante, fuimos departiendo estos primeros kms. hasta el primer
avituallamiento, y tras una preciosa subida con el Río Chico a nuestros pies,
hasta Vall de Almonacid.
Después de un tentempié y breve
descanso, comenzamos a subir unas duras rampas, con Raúl en el furgón de adelante
y Diego unos pasos por detrás.
Raúl frenado por la fila... |
Diego y el Castillo de Vall de Almonacid |
A lo tonto fuimos ganando altura,
y también temperatura, que para ser fines de febrero pegaba bien el solano.
"por los caminos", como le gusta decir a Diego... |
El caso es que Diego empezó a
descolgarse poco a poco, y Raúl se me iba cada vez más, pero… ¡ahí que
estábamos los tres al completo en el avituallamiento del km. 16, donde nos
levantó el ánimo ver a Emma y Loli al pie del cañón!
Después de pensar un rato en lo
que llevávamos y en lo que quedaba, nos pusimos en camino, pero pronto Diego tuvo que tomar la decisión más dura que se le presenta a un corredor: abandonar.
Pero no creáis que acabó ahí la
jornada para Diego: retrocedió al avituallamiento, pero ya se había ido el “coche
escoba”, por lo que tuvo que continuar en solitario hasta la media maratón,
donde muy a su pesar puso fin a su participación. Nada desdeñable 21 kms. por montaña cuando no tienes un día fino.
Pues ahí que seguimos barranco
arriba Raúl y yo, más andando que corriendo, en dirección al Pico Espadán. Aún andando,
y tirando de calidad, continuamos nuestra particular “remontada”, que no cesaría
hasta la esperada meta…
Momento cumbre en el Pico, que no
inmortalizamos juntos porque alguien nos echó una foto fallida, aunque las
sensaciones ahí quedan.
EN EL PICO ESPADÁN |
Desde la cumbre, comenzamos la
bajada con una zona descarnada, para pronto atravesar unas pedreras
disfrutonas. Después, para mí una de las partes más bonitas del recorrido: la
bajada del Barranco de Almanzor hasta Almedíjar, siempre cerca del río. Pero hasta
los kilómetros cuesta abajo cuentan, que esto no es montar en bici, y ya empezábamos
a notar esa sensación de "vacío" en las piernas…
Trepando hacia Almedíjar |
En Almedíjar, nuevo subidón de
moral: allí estaban Emma y Loli para apoyarnos. Situación: kilómetro 33 de
carrera, comida y bebida en el avituallamiento, charlando con mis padres por
teléfono, Diego esperando en meta nuestra llegada triunfal…..
Bueno, pues tardó 500 mts. en llegar
el tío del mazo, como dicen en ciclismo, o toparnos con el muro, como dicen los
maratonianos: parecía que alguien había toqueteado nuestro ordenador de a bordo
y había puesto el piloto automático sin consultarnos. Sobre las dos de la
tarde. Mucho calor. Imposible subir el ritmo. Cada kilómetro se hacía muy
largo. ¿por qué no habrá avituallamientos cada 500 mts? Llegamos a un pueblo
que creíamos Segorbe. No. Tres kilómetros más. La parte más fea del recorrido:
cañaverales, un riachuelo con poca agua y mucho calor. El único cambio de ritmo
que nos podíamos permitir era echar a andar. Intentamos hacerlo lo menos
posible. La gente que pasábamos iba aún peor, muchos andaban para no correr más.
Lo que se dice “recoger cadáveres”. Raúl y yo mano a mano. Tirando de
compenetración y muchos kilómetros en nuestras piernas. O llegábamos juntos o
no llegábamos. Y ahí estaba Diego, al pie de un rampón. Vuelta a andar. Ya intuimos
la meta. Al fin. Calles. Asfalto. Cuesta abajo. Llegamos. Conseguido. Impresionante.
Inolvidable. ¿Irrepetible?
CONSEGUIDO !!!! |
y una imagen vale más que mil palabras; ahí está nuestra entrada y las fotos de meta:
http://www.maratonespadan.com/
NOTAS Y SUPOSICIONES HISTÓRICAS
Algunos estudiosos dudan que
Filípides realizara la distancia del campo de batalla hasta Atenas. Sostienen
que fue mandado de Maratón a Esparta antes de la batalla a solicitar refuerzos,
viendo la que se les avecinaba (más o menos 10.000 por el bando ateniense
contra…… bueno, que tocaban a dos o tres persas, mínimo).
Y sabéis cual es la distancia
aproximada entre Maratón y Esparta? pues unos 240 kms., que Filípides
recorrería en un par de jornadas… también se rememora en la actualidad (ver
“spartathlon”).
Lo que sí es cierto es que el
ejército ateniense al completo (mejor dicho, los supervivientes) regresó a todo
lo que daban sus piernas a Atenas, ya que temían que los persas, una vez
embarcados en retirada, bordearan la costa y atacaran su ciudad aprovechando
que no estaba guarnecida. Y debieron llegar a tiempo, al menos el grueso, ya
que los persas, frente a la costa de Atenas, decidieron no desembarcar y dieron
media vuelta. Seguro que en esa “maratón” no cerraron el control: estarían
llegando heridos durante una semana….
¿Y nuestro amigo Filípides, se
tomaría unos días libres, después de llegar a Esparta? Pues no creemos, más
bien descansaría lo que tardaron los espartanos en preparar la marcha hasta la
llanura de Maratón, no fuera a ser que hicieran falta….
Pero esa parte de la Historia ya
la sabemos: para cuando llegaron, los atenienses ya habían resuelto la papeleta.
Pero ya que estaban allí, pues se acercaron a Atenas a celebrarlo, como buenos
compatriotas que eran: os los imagináis, bebiendo cerveza?:
-
¿qué, machotes, os las apañasteis bien vosotros solos,
no? - dice un espartano
-
Ya ves; se conoce que no os disteis mucha prisa, eh? - contesta un ateniense
Y cosas por el
estilo….
En fin,
amigos, que ya sabéis de dónde viene eso de poner a los reclutas a trotar todas
las mañanas en el ejército……por si hace falta salir corriendo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario